La fragilidad moral, en la pintura Huevos Rotos de Jean-Baptiste Greuze. (1756)
POR ALONDRA JOCELYN GÓMEZ
Hay escenas pictóricas que nos esconden tensiones morales, que en su mayoría son temas profundos pintados y disimulados en acciones cotidianas, es una de las razones por las que seleccione la pintura "Huevos Rotos" de Jean-Baptiste Greuze, la razón por la que escogí esta obra, es porque estuve buscando una pintura de género, que pudiera seguir "educándonos" bajo nuestro contexto contemporáneo. Entrando más en contexto de la obra, pude notar que carga con un tema muy presente, la fragilidad moral, como veremos más adelante al presentar la pintura.
La fragilidad moral, según la filósofa estadounidense, Martha Nussbaum plantea como una fragilidad que está ligada a la vulnerabilidad humana ante lo incierto, por otra parte, Victoria Camps la desarrolla destacando que incluso dentro de marcos éticos racionales la moral puede tambalearse ante la presión social o emocional (Camps, 2011). Juntando ambos pensamientos, se define como la condición en la que los valores éticos de una persona (como la virtud, la integridad o la bondad) se ven amenazados, cuestionados o debilitados por circunstancias externas adversas.
Esto quiere decir que la naturaleza humana es compleja, porque los seres humanos somos capaces de actuar de manera virtuosa y moral, pero también somos susceptibles a la influencia de factores externos e internos que pueden afectar nuestras decisiones y acciones. Pero también la presión social y emocional es poderosa, porque puede influir significativamente en nuestras decisiones y acciones, lo que puede llevar a comprometer nuestros valores éticos.
La hermenéutica será la herramienta para interpretar la obra "Huevos Rotos", no solo desde un punto de vista visual, sino como un texto lleno de signos y sentidos culturales. “Huevos rotos” no se limita a una escena doméstica, pues cada gesto, objeto, mirada, representación de las edades de los personajes nos habla de valores, de juicios morales y de tensiones sociales. Por lo que, esta metodología permite leer la pintura en su contexto original, pero también repensarla desde el presente, descubriendo cómo sus símbolos siguen cuestionándonos hoy en día, revelando fragilidades, roles impuestos y emociones aún juzgadas.
Jean-Baptiste Greuze, fue un pintor francés del siglo XVIII, que vivió entre los años 1725 a 1805, bajo un contexto en el que la pintura de género se desarrollaba por el academicismo, elogiado por filósofos como Denis Diderot, Greuze logró ser conocido por sus escenas de género con una gran carga moral y emocional en cada pintura. Se formó en la Escuela de Bellas Artes de Lyon, y poco después se traslada a Paris, en donde estudio con el pintor neoclásico Charles-Joseph Natoire, en 1755 fue aceptado en el Salón de la Real Academia, Greuze originalmente anhelaba ser reconocido como pintor de historia, pero lo asignaron como pintor de género, algo que no le pareció del todo bien en un principio, por lo que al final termino teniendo conflictos con la academia. Sin embargo, se especializo en representar estas escenas domésticas y familiares que resultan ser melancólicas, emocionales, conflictivas y con esta teatralidad que las caracteriza, pues en un solo instante parece representar tantas cosas y en las que se percibe la influencia de la moral ilustrada y burguesa, pero con la llegada del Neoclasicismo su trabajo empezó a decaer y con eso su inminente muerte en la pobreza en 1805.
Asociamos a Jean-Baptiste Greuze con un estilo mas sentimental y moralista propio del siglo XVIII, considerándolo una transición hacia el neoclásico, siendo un artista que influyó en el desarrollo al arte Neoclásico y Romántico, en su estilo se ven reflejados algunos valores que se veían durante la ilustración, aunque estos mas asociados al sentimentalismo y el drama, donde Greuze se asocia con el estilo "pintura de género" como se mencionó anteriormente, por lo que desarrolló un estilo propio en el que plasmó los valores morales y sentimentales, e incluso conflictivos dentro del núcleo familiar durante el siglo XVIII.
El arte de género, durante este periodo en donde se empezó a desarrollar, había un fuerte énfasis en la moralidad y la virtud en la sociedad, que se reflejaba en el arte. La ilustración francesa, que se desarrolló en el siglo XVIII, fue la que provocó que la razón, la moralidad y la virtud se propagaron más en la sociedad, pues pensadores ilustres como Voltaire, Rousseau y Diderot, promovían esta idea de la moralidad y la virtud y como eran fundamentales para el progreso y la felicidad humana (Mishra, 2016).
La escena se desarrolla en el interior de una casa modesta, el fondo tiende a ser oscuro y los cuatro personajes se ven iluminados, creando la impresión de un claro-oscuro, aunque resaltan tonos cálidos, como beige, café, blanco, rojizos y amarillentos. Los cuatro personajes forman visualmente un triángulo, donde inmediatamente la vista va directamente a la joven, porque la vestimenta blanca y celeste que está usando, resalta y contrasta con el fondo café a comparación con la vestimenta gris y rojiza de los demás personajes. Visten con varias capas de prendas holgadas y algo desalineadas, tanto la ropa como la casa, nos muestran a una familia de clase baja.
En el primer plano, una joven mujer, sentada en el suelo, con el rostro inclinado y gesto de tristeza. A su lado, un canasto ha caído y varios huevos se han roto, esparciéndose en el piso. A la izquierda, una anciana de rostro severo parece estar regañando a un joven a su lado, pues lo toma del brazo y con una mano apunta a la canasta a los pies de la joven. Al lado derecho un niño con expresión de culpa e inocencia, en sus manos trae un cascaron de huevo y trata de unirlos.
Greuze expuso la obra en el Salón de 1757 con un título explicativo: "Una madre regaña a un joven por haber volcado una cesta de huevos que su sirvienta trajo del mercado. Un niño intenta reparar un huevo roto"(Les Œufs cassés, 1756). Es claro que la atención es hacia la joven junto a la canasta de huevos rotos en el piso, pues sabiendo el nombre de la pintura, lo primero que hacemos es buscar esa canasta, que está en la parte inferior central al triangulo que forman los personajes. Muchos historiadores, como kenney Mencher y James Panero, interpretan la obra como una referencia a la perdida de la virginidad, lo cual, también sería una interpretación de fragilidad moral, por esta perdida y el regaño que la anciana le está
dando al joven, pues se interpreta que ambos jóvenes mantuvieron un encuentro íntimo. Los huevos en la escena están funcionando como una metáfora a la moralidad, especialmente de
su pureza y fragilidad, y el hecho de que estén rotos simboliza la pérdida de esa integridad moral, que como la cascara de huevo, ya quebrado no puede volver a ser lo que era. No solo estamos hablando de una perdida de la virginidad en la mujer, sino que va más allá, pues hay tantas situaciones que nos pueden hacer perder esta moralidad, llegamos a ser "frágiles" ante los ojos de los demás, cuando en realidad estamos actuando por algún bien o gusto, una causa mayor nos hace perder esta moralidad.
La chica al estar sentada en piso con rostro afligido, y con la canasta de huevos rotos a sus pies, no muestra culpa, sino que se ve triste y resignada, nos está dando a entender que acepta lo que paso, con tristeza, por cómo está siendo vista, pero quizá sin culpa.
La anciana por su parte, está siendo el papel de la autoridad, quien es la que juzga y regaña al posible culpable, quien estaría representado a todos aquellos que juzgan la situación sin saber el otro lado de la historia.
El joven, está siendo regañado por la autoridad, junto con la joven quien no recibe el reproche directamente en su cara, o quizás el joven está siendo oyente de la queja directa de la anciana, sin ser el blanco principal de la desaprobación de la joven. En este caso, dejaremos como interpretación la primera opción, en este caso, el joven representaría el culpable directo de la acción cometida.
Por otra parte, el niño que vemos en la escena, tratando de arreglar el huevo roto, simbolizaría o representaría no solo a la inocencia, sino que nos dice entre líneas que no es posible enmendar la situación por más que queramos, así como la observación de los menores y el aprendizaje de estas situaciones, por lo tanto, de alguna forma está representando al deseo de no ser juzgado por los demás, pues se trata de enmendar y no lo logra.
Las expresiones son causadas por un acto que ya paso, y que queda como una herida emocional latente. En conjunto, los gestos, las miradas y la emoción que provoca la pintura, nos retrataría una alegoría al juicio moral, donde cada personaje tiene un rol especifico, la joven sirvienta es la víctima en quien se representa la culpa social impuesta, el joven el culpable o quien provoco la transgresión, la anciana la autoridad que juzga y reprende, y el niño encarna el deseo de evitar este juicio, y de reparar todo el daño que pudo haber causado, así como el aprendizaje silencioso de la situación. Y la edad en que se representan no es
casualidad, pues los jóvenes serían los propensos a cometer acciones que los adultos mayores reprocharían, y el niño como el que aprende de la situación tratando de encontrar una posible solución para que él no cometa estos errores en un futuro.
La lectura que se espera de la pintura es la de ver las emociones que produce un acto, en este caso, ver la vulnerabilidad de la joven con la canasta de huevos rotos, y que quizá esté pensando el posible regaño que le darán por culpa del joven quien los rompió, así como el regaño y el llamado de atención que la anciana le hace al joven, entendido como reprender a quien tuvo la culpa para evitar que algo así pueda repetirse en un futuro. Por otra parte, verlo desde ojos inocentes como el niño, tratar de ayudar o "arreglar" algo si es que podemos, tratando de dar consuelo a pesar de que quizá no tenga arreglo inmediato.
Hoy en día, vamos a la fragilidad moral como una condición humana y natural, en la cual abarcamos nuestra emocionalidad, vulnerabilidad e incluso la susceptibilidad a las adversidades. Esta fragilidad moral se va a relacionar con cómo nos afectan las situaciones y todas las decisiones que tomamos a diario, especialmente en una era digital y una sociedad de consumo y globalización. En este sentido, nos puede llevar a la falta de reflexión crítica y a la búsqueda de la inmediatez, convirtiéndose en un placer inmediato.
La pintura Huevos rotos de Jean-Baptiste Greuze nos revela, a través de sus cuatro personajes, una compleja red de emociones, juicios y silencios que rodean a la fragilidad moral, pues cada personaje nos habla no solo del drama doméstico del siglo XVIII, sino también de cómo la culpa, la mirada del otro y la imposibilidad remediar lo hecho siguen presentes en nuestras acciones actuales. Hoy en día, como en aquel entonces, se condena con facilidad a quien ha hecho algo que no parezca “correcto”, se observa sin empatía y se exige pureza desde lo imposible, es por esta razón que, la fragilidad moral es lo que hace que una acción pueda ser vista como “mala” por unos, aunque sea “buena” o necesaria desde otro contexto. Por ejemplo, alguien que roba un pan porque no tiene dinero y no quiere dejar sin comer a sus hijos está actuando desde una necesidad vital, pero para otros puede ser visto como un acto inmoral. Esta tensión refleja la fragilidad moral de la sociedad, que juzga sin empatía ni comprensión. Muchas veces, incluso cuando intentamos hacer lo correcto, podemos ser malinterpretados y condenados, simplemente porque no cumplimos con las expectativas simples y rígidas de lo que es “bueno” o “malo”. Por lo tanto, esta obra, nos
recuerda que la moral no es rígida, sino profundamente vulnerable a los contextos, las emociones y las relaciones humanas. Por eso, reflexionar sobre ella no es mirar al pasado, sino comprender nuestro presente. Por lo cual, reflexionarla no es solo mirar lo que ocurría antes, sino, darnos cuenta de que somos seres humanos, nos equivocamos, pero también juzgamos, cuando nosotros mismos exigimos comprensión, cuando exigimos ser escuchados y se nos es negado.
Bibliografía.
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